jueves, 26 de abril de 2012

LA FLOR Y LA MUJER

LA FLOR Y LA MUJER Que podíamos hacer para un día tan señalado, ¿Y porqué no cualquier día, como regalo? Regalar una flor o una rosa, tal vez la rosa natural, la más hermosa, nos inclinaríamos por lo más apropiado. Nos ha cegado en demasía, estamos ciegos y la tengo al lado, esa que a diario me mira, que desprende dulce perfume, y encima nos trata como niños mimados. Además cuando nos sentimos bien, hasta ese dulce carmín besamos, esa belleza que a veces, de tan ciegos ignoramos y no valoramos. Como rosa o flor radiante, procura que el jardín este limpio hermoso. Nosotros jardineros embriagados, nos sentimos cada día más enamorados. Si, se que un día, Dios se propuso darnos una compañera, ¡Bendita la hora! ¡ menudo regalo!, no se equivocó, fue de primera. Sin ella, no seríamos nada, frustrados errantes, vagabundos sin dirección, y por no decir unos bohemios descentrados, trasnochadores y que se yo... Saben llevarnos por el buen camino, sin espinos y abrojos. Seguro que nos abren los ojos, aunque los llevemos cerrados. También es de humano caer y equivocarse, levantarse y saber perdonar. Como buena madre, dueña del jardín. Nosotros en nuestro propio hogar, sin ellas un auténtico desastre, no lo quiero ni pensar. Es de justicia darle un homenaje, si es necesario colocarlas en un altar, reconocer que estamos equivocados, y es de sabios el saber rectificar, y por supuesto asumir la autentica realidad. Ya que nuestra flor la tenemos en el hogar.